Enojarse es ceder a la influencia de Satanás. Nadie puede hacernos enojar; es nuestra decisión.
Si deseamos tener un buen espíritu en todo momento, debemos escoger no enojarnos. Testifico que eso es posible. El enojo, la herramienta de Satanás, es destructiva de muchísimas formas.
Mis hermanos, todos somos propensos a esos sentimientos que, si no los controlamos, pueden conducir al enojo.
Sentimos desagrado, irritación y antagonismo, y si así lo escogemos, perdemos el control y nos enojamos con los demás.
Irónicamente, con frecuencia los demás son los miembros de nuestra familia, las personas a quienes más queremos.
Ruego que tomemos una decisión consciente, cada vez que sea necesario, de no enojarnos y de no decir las cosas crueles e hirientes que estemos tentados a decir. Me encanta la letra del himno escrito por el élder Charles W. Penrose, que sirvió en el Quórum de los Doce y en la Primera Presidencia en los primeros años del siglo veinte:
“Sé prudente, oh hermano,
A tu alma gobernad,
No matando sus anhelos,
Mas con juicio gobernad.
Sé prudente, hay gran fuerza
En la mente [sin] pasión.
La pasión razón destruye,
Hace ciega la visión”
PRESIDENTE THOMAS S. MONSON
Liahona noviembre 2009 pág. 67-69