Uno de los grandes tributos que puede rendir el Salvador es el de llamarnos “amigos”. Sabemos que ama con un amor perfecto a todos los hijos de Su Padre Celestial, pero Él reserva este título especial a aquéllos que han sido fieles en su servicio a Él. Seguro que recuerdan las palabras de la sección 84 de Doctrina y Convenios: “Y además, os digo, mis amigos, porque desde ahora os llamaré mis amigos, conviene que os dé este mandamiento para que lleguéis a ser como mis amigos en los días en que viajaba con ellos para predicar el evangelio con mi poder” (D. y C. 84:77).
Pte. Henry B. Eyring