Mis Hermanos, “Si no magnificáis vuestro llamamiento, Dios os hará responsables de aquellos a quienes habrías podido salvar si hubierais cumplido con vuestro deber.
¿Y cuál de nosotros podría afrontar la responsabilidad de que se le demore la vida eterna a un alma humana?
Si se recibe gran gozo como recompensa por salvar a un alma, ¿no será, acaso, terrible el remordimiento de los que, por sus esfuerzos tímidos, hayan permitido que un hijo de Dios quedara sin advertencia o sin ayuda y tuviera que esperar hasta que apareciera un siervo de Dios que fuera de confianza?”
(Discurso del Pte. Monson "Aprendamos, hagamos, seamos" Liahona Julio de 1992 pág. 55)